Nunca he sabido callarme. Ni debajo del agua ni ante el pelotón de fusilamiento, así que me pongo a escribir para desahogar tanto cabreo ante una realidad alucinógena y desquiciante.
Si alguno se siente ofendido, lo siento, pero uno ya tiene unos años y una experiencia donde lo políticamente correcto le importa un bledo y además, le parece contraproducente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario