
Hoy hemos ido toda la familia, es decir, mis padres, mi hijo y yo a Belascoain, a la casa de Alberto y Rosi. Estas visitas siempre ejercen un efecto balsámico sobre mis nervios, lo malo son los efectos secundarios, que acaban depositándose en mi perímetro abdominal.
Pero siempre ha merecido la pena ir. Solo que hoy, la melancolía por los tiempos pasados se ha hecho mucho más patente que de costumbre. La forzada ausencia de Gorka, que aun dista mucho de estar asumida, ha convertido algunos momentos en algo cercano a la desazón y al vacío.
a pesar de todo, mi hijo ha saltado entusiasmado en la piscina, y yo mismo debo reconocer que he disfrutado un montón de sentir los rayos de sol calentar mi piel mientras me tumbaba en la hierba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario