viernes, 29 de agosto de 2008

Mutis


El pasado viernes 22, día grande de la Semana Grande de Bilbao (o Aste Nagusia, como insisten en denominar), mi mejor amigo del alma, pero a todos los efectos mi hermano, Gorka, decidió hacer mutis por el foro y salirse de escena sin esperar a que el papel que le reservó la vida le indicara que debía hacerlo. Orgulloso y obstinado hasta el último minuto, decidió quitarse la vida en su casa, en un acto que no puedo entender ni tolerar.
Jamás imaginé que todo acabara así, en una esquina del camino, sin tiempo para ver crecer a nuestros hijos ni para compartir tantas cosas que nos quedaban por vivir. La confusión y el dolor son absolutos entre todos los que le conocimos y disfrutamos de su compañía y de su especial, muy especial forma de ser.
La conciencia de que soy el amigo más antiguo, y en sus palabras, la persona que más apreciaba (aunque luego me ocultara conocimientos vitales), me obligan a conservar su memoria y a mantenerme vigilante en lo que dejó atrás, aunque soy consciente de que poco podré hacer por auxiliar a los más allegados, que me consta están sufriendo más que yo y que nadie, y que su futuro se presenta más oscuro que el del resto de los que añoramos su presencia.
Ahora, sólo puedo añadir aquí los versos que el Poeta compuso antes de que el mundo existiera y muriera tan abruptamente y que no tuve más remedio que gritar en la iglesia en la que despedí a la madre de mi hijo, hace ya casi una eternidad de sentimientos, dolores y trabajos que me han conducido de nuevo al comienzo de un ciclo que no por repetido se hará jamás familiar ni tolerable.

Elegía a Ramón Sijé - Miguel Hernández

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.


Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

No hay comentarios: